sábado, 22 de noviembre de 2008


Era ella una princesa hermosa

Viviendo en el fondo de un palacio azul.

Su tez de porcelana brillaba, suave,

El fulgor de sus ojos traía el amor

A quien le veía sin temor.


Mas la princesa nunca sonreía.

Se sentía llena de un horrible rencor.

Mirábase al espejo, lloraba, lloraba,

Porque intentaba llegar a ser una diosa.


¡Pero si era bella!

¿Qué tiene la princesa?

¿Qué palabras habrían de hacerle mejor?

Todos le decían cuán bonita era

Y ella solamente al espejo veía

Un monstruo, grotesco, persona sin sabor...


Encerrada en su castillo, de cristal frío

La princesita, convencida, resolvió empezar.

¡Ningún dolor haría mella en su interior!

¡Nadie más habría de tocar su corazón!

¡Sería orgullosa, sería hermosa,

Sería la imagen de la perfección!


Todo cuanto adentro de ella llegaba

Salía sin pena, sin ningún rencor,

No dejaba la estela de su estancia,

Nada aprovechaba, todo lo rechazaba

La princesa aquella, la del dulce morir.


Sus huesos frágiles se tornaron.

El sudor de su piel, ácido frío, quemó su tez.

No podía dar un paso sin caer rendida.

La gente pasaba bajo su balcón

Y, observando, murmuraba desconcertada:

"¿Dónde está la bella princesa?

¿Qué ha sido de nuestra señora de marfil?


A su ventana se asoma la Muerte en vida,

¿Será que ha llegado su hora

O que la reclama de amores el Demonio vil?


"Y ella no comprendía, más se torturaba.

"Nadie entiende que yo soy así.

Que hasta la muerte seguiré siendo perfecta

Y que la fuerza que me da mi tristeza

Bastará para mantenerme en mi castillo sin fin".


Cerró sus puertas.

Selló sus ventanas.

Despidió de su vida a la reina y al rey.

Vivió para siempre en soledad, ensimismada

Buscando la vida que nunca le llegaba

Obsesionada con su cuerpo, que a gritos se quejaba

De tener un aliento de vida, no de hiel.

Desesperaba por complacer al espejo frío

Que nunca habría de regalarle un beso.

Rechazó los placeres de seguir viva.

Renunció para siempre a criar un hijo

Y otras cosas que esta vida hacen buena;


¿Qué fue de la princesa?

¿Llegó a ser perfecta?...Nunca lo logró.

Hoy reposa, inquieta.

Sus huesos yacen bajo el palacio de cristal.

Quienes le amaban cargan la tristeza

De saber que por una mentira murió la princesa

Y que nadie ni nada le ha de regresar...